sábado, diciembre 24, 2016

Navidad con el grupo Nins.

Después de 5 minutos de intentar prender mi laptop estoy aquí. Sí, la pobre está viejita y necesita un poco de paciencia y monearle el cable hasta que agarre. Podría escribir desde la tablet, pero se pierde la magia del teclado. Además que las palabras me fluyen mejor cuando presiono las teclas. Por algo el nombre del blog.

Sí, nada podrá igualar la delicia de la pluma y el papel. Eso es mágico.

Este post se ha venido cocinando solito, de a poco. Empezó con la chaucherita de mi papá. Se calentó con la última clase de yoga en Ganesha, y el "pin" del horno sonó hoy, con el cassette de villancicos. Así que ahora se los voy a servir. Cuidado, está caliente. Pero muy sabroso. 

Papá murió hace 8 años, ya mismo 9 (en enero). Todavía puedo recordar ese día y ciertos detalles con suma precisión. Pero hay uno que viene a medias. No recuerdo cómo obtuve su chaucherita (o monedero). Creo que estaba en su mochila. 

Los pies de papá sobresalían de la sábana blanca que lo cubría. En su tobillo tenía una pulserita de piola. Negra. Recuerdo agacharme, desamarrársela, y guardarla. La usé un tiempo, y la bandida se me cayó en algún lugar y no me di cuenta. Eso fue hace ya tiempo. Pero su chaucherita se mantuvo conmigo hasta hace un par de semanas. No sé cuánto tiempo la habrá tenido él. 

La chaucherita ya está vieja (como mi laptop), por lo que decidí que era hora de cambiarla. Pero no sabía si botarla, o guardarla. Podrá guardar sólo monedas, pero el valor sentimental es mayor. Ha estado en mi aparador, hasta que hoy, para tomarle la foto que verán más abajo, ha encontrado su nueva morada.


Poco a poco he ido armando una especie de altar. Y sin darme cuenta. La chaucherita es esa con tela jean, apoyada en la botellita de vino. Dicha botella me la tomé en Ayampe hace 2 años, en su honor. Al pie del mar. ¡Y claro que le di un poquito a él! Me guinda donde no echaba un chorrito al agua. También hay un rey y reina del tablero de ajedrez que tuve durante muchos años. Juego que él me enseñó a jugar, cuando era tan pequeña que ni siquiera tengo recuerdo de haber aprendido. Desde que tengo memoria, sé jugar ajedrez. Adicional, un par de piedras y conchitas. Y obvio, algo de los Beatles. ¿Dónde tengo el altar? Junto a mis libros. Otra hermosa herencia que me dio. El amor por la lectura.

Este jueves que pasó tuvimos la última clase en Ganesha. Llevo poco más de 1 año practicando yoga. Y aunque soy como la marea, porque he dejado de asistir par de meses, ya sea por danza, entrenamiento multifuncional, o ejercicio en mi casa, no hay nada que se le iguale. Esperen, también soy como Hunter, si se va, viene. 

La clase la dieron en conjunto Rafa y Desi. Y no se les ocurrió mejor idea que dedicarla a abrir el 4to chakra, el del corazón. ¡Ayayai, mona! 


En un post anterior ya les confesé que a veces lloro en el savasana. Adivinen qué pasó. Seeeeeeee. Se me volvieron a salir las lágrimas. Pero ahora le echo la culpa a Desi (la vez anterior fue Rafa). ¡Ya verán!

Sí, sí, les echo la culpa para hacerme la víctima. Pero en verdad les estoy agradecida. Venga, dejen que meta un poco de drama. Eso vende, ñañita.

Durante la clase, Desi dijo algunas cosas que me encantaría recordarlas ahora, para poder transcribirlas aquí. Es más, las quería escribir, pero eso significaba salirme de la postura, y perder el foco. No, lo siento. Ahí quedarán revoloteando en mi subsconciente, ayudándome a sanar, a ser mejor persona. 

Pero hay una frase que sí recuerdo. Porque me la escribí en la pierna. Sí, hice trampa. *Inserte aquí emoji del monito tapándose los ojos*

"Recuerda que cuando atravieses la oscuridad siempre al final habrá luz".

Y este año ha sido eso. Un recorrido en montaña rusa, mezclado con esos trenes que atraviesan túneles. Un subidón emocional. Una lucha interna, obstáculos, desafíos, pruebas. ¡Uufff! Sacudones. Metan fuerza G, tembleque del suelo, pérdida del norte, y no saber qué chucha hacer.

Pero en este momento, mientras escribo, me encuentro muy bien. Tranquila. Bien dice la frase, "mar en calma no entrena marineros". Y como dije esa noche en la clase, todo lo que me ha pasado me ha llevado a estar en el lugar donde estoy. Aquí y ahora. Y estoy agradecida. Eternamente agradecida con todo, con todos. Porque todo en esta vida no es más que aprendizaje. Experiencias, lecciones, momentos, decisiones. Y es para crecer, para mejorar, para ser felices. Porque sé que estamos aquí para ser felices. Y esa felicidad depende de nosotros. Este turbulento año está acabando bien.

Hoy, luego de dormir casi 12 horas seguidas, resucité y busqué un cassette de villancicos que mamá guarda todavía. Canciones que de chiquita ponía en casa desde el 1ero de diciembre. Eso era obligación. Y las cantaba como loca todo el día. Tradición año tras año. Y sí, estoy hablando de muchos años. No sé cuándo mamá lo habrá comprado. Y lo más extraordinario es que todavía lo tenga.

Lo pongo en la casetera, presiono play, y nada. NADA. No sonaba. Al sacarlo me doy cuenta que no estaba la cinta. Pero gracias a mi adolescencia Mac Gyviresca, herramientas, y un poco de cinta, logré recomponerlo. Claro, recordé que tengo problemas de motricidad fina, y me costó un poco. También felicité mentalmente a todos los cirujanos, quienes deben tener una precisión maldita para hacer su trabajo.



Lo vuelvo a poner en la casetera, presiono play, ahora con mamá a mi lado, y después de unos segundos, empezó a sonar. ¡LO HE SALVADO! ¡Salvé la Navidad! Nos abrazamos y empezamos a bailar. Y automáticamente las lágrimas empezaron a rodar (¡Deeeeesiiiiiiii, pooor queeeeee!) Se me agolparon todos los sentimientos, se alborotaron, hicieron mosh y empezaron a gritar: "eh eh eh eh". Y yo, moqueando. Abrazadas todavía. Todo se mezcló, el espíritu navideño, la falta que me hace papá, mi ñaño que está lejos, los recuerdos, todo, todito, todo.

Y adivinen: ESTOY OTRA VEZ LLORANDO.

Pero lloro de felicidad. Porque por más que papá se haya ido, sigue en mí. Por más que mi ñaño esté lejos, sé que está feliz. Y yo estoy aquí, junto a mi madre, una maravillosa mujer. Una guerrera, diosa, que todos los días me enseña. De quien siempre vas a aprender algo.

¡POR QUÉ ME PONGO TAN SENSIBLE EN ESTAS FECHAS!

Y así como el grinch al final de la película, ando contenta. Me vale el sistema, el consumismo, el caótico tráfico navideño, las largas colas de los supermercados, la gente como loca comprando regalos. Me vale. Vuelvo a creer en la Navidad. Vuelvo a creer que esta fecha es para amar, perdonar, estar juntos, sonreír, dar regalos (ya sean materiales o no). El que quiera comprar algo, que lo compre. El que quiera hacerlo a mano, que lo haga. El que no quiera hacer nada, que no haga. Cada uno es feliz a su manera. Y que la Navidad no sea excusa para todo esto. Que todo el año sea así.

Así que mis mejores deseos para todos ustedes, queridos lectores. Les deseo tiempo para estar con sus seres amados. Ese es el mejor regalo que pueden darse. TIEMPO. Aquello es irrecuperable.



Feliz Navidad.

Postdata: Mi casa ya huele a relleeeeenoooooo. ¡Wiiiiiiiiiiii!

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