lunes, septiembre 27, 2004

Por qué chucha

No creo que ella vuelva a cometer semejante error en su vida nunca más. Ahora se está lamentando, en su cuarto, ahogando el llanto en la confortable almohada que noche tras noche escuchó silenciosamente sus pensamientos y deseos. Por más que trata de reponerse no lo logra, y cualquier pequeño recuerdo la sumerge de vuelta en su dolida memoria.

Por qué es la pregunta que ronda en su cabeza y por más que le da vueltas a lo mismo, una y otra vez, no logra encontrar respuesta alguna que satisfaga su necesidad, su curiosidad.

Todo comenzó en aquella tarde de lluvia, el tí­pico aguacero de abril que ahoga todos los planes para divertirse fuera de casa. Ella se encontraba en casa de una amiga, disfrutando de su grupo de música favorito, en compañí­a de sus panas del colegio. Tení­an en mente salir a pasear a algún mall, meterse en alguna tienda de ropa y probarse prendas que sabí­an, nunca iban a comprar, o preguntar en cualquier local de comidas la descripción de sus platos para luego irse de largo sin degustar nada. Pero la lluvia llegó, y cayó tan fuerte que no les quedó más que quedarse encerrados en casa. Y como no tení­an nada interesante que hacer, empezaron a tontear con jueguitos inocentes los cuales, poco a poco dejaron su pureza e inocencia atrás.

"Cultura chupí­stica"? fue uno de los primeros, "Yo nunca" le siguió cuando se aburrieron del anterior. De la mano pasaron "A mí­ me gusta", "Verdad o Consecuencia"? y "Por qué chucha". Este último, el más interesante y el menos recomendable a la vez. Fue aquí­ cuando ella se dio cuenta que se habí­a metido de cabeza en un gran pozo sin fondo.

Sigue llorando, las lágrimas no se detienen en su camino y tras una sigue la otra, recorriendo el mismo sendero que la anterior. Alza momentáneamente su cabeza para ver la difusa luz del farol de la calle que entra por su ventana. La lluvia sigue cayendo, como las lágrimas en su rostro. Un trueno la estremece por un instante y la hace olvidar por un segundo de su angustia. Luego, al volver a tomar aire, las lágrimas caen de nuevo y junto a ellas, su cabeza vuelve a perderse en la almohada fuertemente abrazada.

El juego iba subiendo de tono poco a poco. Ellos, entonados, gracias al efecto que produce el alcohol en las personas, no se percataban de lo que estaba sucediendo. Decí­an muchas cosas por decir y no razonaban en sus argumentos. Ella, sin embargo, estaba consciente de todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor y no dejaba pasar ni un solo detalle que le pudiera parecer sospechoso. Ahora más que nunca, desea con todo el dolor de su corazón, no recordar tan trágica tarde.

Se pone a pensar cómo serí­a el dí­a de mañana si borrase de su memoria el de ayer. Talvez, organizarí­a algún encuentro con sus amigos para ver una pelí­cula. Se tendrí­a que reunir con sus amigas para hacer el trabajo que les mandó el profesor y así­ tratar de sacar una mejor nota para no volverse a quedar supletorio. Lo llamarí­a para preguntarle qué deberes hay para mañana, sabiendo perfectamente que no necesita esa información pero que es una excelente excusa para escuchar los acordes de su voz.

La lluvia golpea fuertemente la ventana de su cuarto, al igual que cada recuerdo arremete contra la cabeza de ella. Su rostro, bañado en lágrimas; sus manos, estrujando la sábana. Ella, toda ella, arrepentida de haber abierto la boca para pronunciar esa horrenda frase que todaví­a no entiende cómo pudo haber salido de sus labios. Por qué, por qué, por qué chucha...

1 comentario:

Joseph Seewool dijo...

La lluvia como hilo conductor y desencadenante de unos perturbadores recuerdos del pasado acerca de unos juegos que se escaparon de control y causaron distanciamiento.Eso es lo que entendí, muy en resúmen, pero los juegos concretos...se me escaparon, y a veces en los detalles se esconde la clave..