Arreglando la cocina, accidentalmente dejé caer un platito de vidrio y se rompió en mil pedacitos al estrellarse contra el suelo. Mientras los recogía no me di cuenta que uno de ellos cortó ligeramente mi dedo del medio de mi mano derecha. Luego cuando exprimí un limón me percaté... Ayayai... qué ardor...
Para protegerme fui a comprar un par de curitas y así poder seguir con mi rutina diaria sin que el dolor me incomode. Sin embargo al pasar las horas me di cuenta de algo. Estoy tan acostumbrada a sentir el mundo, sí, suena raro, bueno, se lee raro, pero ahí va para que lo entiendan mejor. Trato de utilizar todos mis sentidos para captar el mundo desde todos sus ángulos posibles, y uno de ellos, es por medio del tacto. Las yemas de mis dedos ya conocen muchas cosas y están acostumbradas al roce, a la caricia, al palpar algo para saber de qué se trata. Pero con esta curita cubriendo mi dedo, dejaba de sentirlo igual.
Me di cuenta que mi mundo sensorial se desequilibró completamente. Se me hacía raro tener esa protección en mi dedo que me impedía percibir el mundo de manera normal, como ya estaba acostumbrada. Desde cogerme el cabello con un moño hasta bañarme, toda mi perspectiva cambió.
Sé que podrá parecer un poco loco de mi parte, o extremista, pero estos dos días que me duró la curita en el dedo fueron raros para mí. Es increíble cómo algo que puede parecer tan pequeño e insignificante te puede cambiar todo.
Mmm... qué insensibles que son las curitas =/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario