martes, noviembre 14, 2006

El maestro de economía

Adjunto un mail que me llegó. Muy interesante...


Hace aproximadamente un año tomé una clase de Economía en la Universidad San Francisco de Quito. Llegué a ese curso sin mayor expectativa. Qué podía yo, un estudiante de cine, esperar de una materia que no tenía mayor importancia en mi pensum.


Así fue el primer día de clase. En ese punto recordaba las clases de economía que había tenido durante 3 años en el colegio Cristóbal Colón de Guayaquil, de manera que ya tenía un conocimiento previo de la materia.

Entró el profesor, tomó lista y lo primero que dijo fue que lo llamemos por su nombre, ni doctor ni profesor sino por su nombre, y luego dijo que esta era una clase de economía, no de contabilidad, y que para que sea una verdadera clase debería haber participación de los estudiantes, con mayor razón si hay discrepancias.

Pasó el tiempo y todos en la clase sabíamos que este no era un economista más. No nos decía sobre ninguna teoría que era buena o mala, sino que la explicaba y nos hablaba de sus consecuencias posibles, llegando a ejemplificar con papas y mellocos para mayor entendimiento.

Un día nos mandó de deber leer una historieta de Asterix y Obelix, gracias a la cual entendí finalmente la importancia de ser productores y no simplemente consumidores. Pero a la vez que entendía me decía ¿quien es este señor que tiene una forma tan peculiar de enseñar?

Siguió pasando el tiempo y un compañero de clase le preguntó si él se consideraba socialista, pues estaba, aparentemente en contra del sistema. Sonrió y respondió apaciblemente que ante todo él era Cristiano, creyente, católico practicante. Mi compañero respondió apresuradamente diciendo que esta no era la respuesta esperada. Así mi profesor continuó diciendo que por el hecho de ser creyente él consideraba que lo más importante de la economía es que ésta sirva al hombre y así tratar de crear igualdad social.

Sonrió nuevamente y dijo, si quieres que te diga de qué tendencia soy, bueno soy de la doctrina social de la Iglesia. Hizo una pausa y dijo "lo que yo trato aquí es de hacerles dar cuenta de que ustedes son los llamados a cambiar esta sociedad, ustedes son los que tienen la mejor educación en el país." ¡Nunca olvidaré esas palabras!

Esa no era la primera vez que nos hablaba sobre la conciencia social y sobre la responsabilidad que conlleva el hecho de poder tener una educación, más aún si es de una de las mejores universidades del país.

Al poco tiempo comenzaron los disturbios y marchas en contra del gobierno de Gutiérrez. Mi profesor llegó a la clase y dijo que era importante tener una posición frente a los hechos que ocurrían, especialmente en nuestra nación. Pero lo más importante y lo que nunca olvidaré, es cuando dijo que se excusaba de no poder estar esa tarde en su oficina en el horario que tenía asignado para consultas de los alumnos, debido a que su mayor compromiso era con el país. De manera que fijó un horario especial en la siguiente mañana para recuperar esa tarde. Un compañero que había estado despistado le preguntó ¿Profe por qué no va a estar? Él sonrió
nuevamente y dijo que tenía que salir a las calles esa tarde, tenía que hacer ese ejercicio democrático de manifestarse, tenía que ser coherente con su pensamiento.

Hubo un par de clases más, espectaculares como siempre. Llegó la clase de un jueves y llegó otro profesor. Todos asombrados le preguntamos al nuevo profesor qué pasaba, si era un simple reemplazo. ¿Qué había pasado con nuestro profesor? Este respondió, bueno, su profesor es el nuevo ministro de Economía. Todos nos sorprendimos, aplausos sonaron, todos sonreímos.

El nuevo maestro comenzó a dar la clase. Ahora no importaban los pensamientos, las ideas. Todo eran números. Nunca más entendí una clase de Economía. Ya no había ejemplos con papas y mellocos sino que todo eran cálculos matemáticos que no sabía qué eran, de dónde habían salido ni a dònde iban. Se había acabado mi enamoramiento con la economía.

Ahora después de todo eso, reflexiono sobre lo que aprendí. Aprendí a no ser apático frente a lo que pasa en mi país. Aprendí a tener una posición frente a mi gobierno. Aprendí a cuestionarme sobre el riesgo país, la inflación y las políticas de estado. Aprendí que todo tiene un costo de
producción. Aprendí que la economía no se trata de tener más dinero sino de saber cómo invertirlo. Aprendí que tengo que trabajar por mi país.

Aprendí que si genero riqueza para mí y no distribuyo de ninguna manera esa riqueza en la sociedad donde vivo, estoy cometiendo un crimen. Aprendí que yo no soy nadie sin mi sociedad. en fin, aprendí a ser humano.

Ese profesor, que nunca quiso ser llamado por ningún título sino por su nombre, esa persona que me hizo crecer como persona y como profesional es Rafael Correa, hoy candidato finalista a Presidente de la República.

Duele ver la campaña sucia en su contra. Los e-mails puercos que se envían. Las propagandas sin sentido en televisión. Esta carta es parte de mi esperanza de un mejor Ecuador, de un cambio, de que algún día todos en mi país tengamos alimentos, educación, de que el gobierno no considere que la educación es un gasto sino una inversión, de que Ecuador no sea una gran hacienda bananera, de que mi país no tenga un dueño.

Pensemos y meditemos sobre nuestro voto. Conozcamos sus propuestas. Veamos quiénes son, y quiénes han sido los candidatos.

Mi voto está más que decidido, es por el maestro en todo el verdadero sentido que debe tener esa palabra: Rafael Correa.


Juan Sebastián Guerrero
C.I. 091369165-5

2 comentarios:

|_Bonny_| dijo...

Que pena que no estudié Economía... Pero que suerte conocer a ese hombre. Se ve que tiene "luz", que tiene material para ser presidente.

Como votar por un sinverguenza, drogadicto, millonario.. para seguir dandole de comer caviar??? noooo....

Anónimo dijo...

Pues si, sin haber recibido clases con Rafa, los que tenemos por le menos un 2% del cerebro activo, sabemos que votar por Noboa es una idiotez, principalmente por dos cosas, primero y mas importante, el conflicto de inetreses que existe, no puede aduenarse una sola persona de TODO el poder de un país, ya tiene el legislativo y el economico, le falta el ejecutivo y por medio de esos tres, conseguirá el Judicial y el de los Medios de comunicación, asi que Srs. si quieren tener un emperador, voten por Noboa, sino, voten por un ser humano ejemplar, pero por sobre todo, por un ser humano, que se equivoca como todos, no como ese otro, que se cree enviado de Dios y por ende, cree que todo lo que hace o dice, es perfecto.