viernes, marzo 15, 2013

Escúchame.


Escúchame cuando creas que esté equivocada. Déjame expresarme, así no estés de acuerdo. A veces puedo decir barrabasadas. Lo sé. Sí, también soy una exagerada. Pero escúchame. Me gusta ser escuchada. Necesitamos ser escuchados.

No siempre vamos a estar de acuerdo. Venga, qué aburrido sería una relación donde no hayan puntos en contra. Es justamente eso lo que ayuda a definir y fortalecer el vínculo. Necesitamos ese desafío. La vida misma lo es.

No menosprecies mi opinión, por ser contraria a la tuya. No me calles. Escucharte es mostrarte mi respeto. Porque tu opinión es importante. Y lo reitero: aunque no esté de acuerdo con ella.

Escúchame cuando te cuente mis problemas, aunque tú los consideres pequeños. No siempre voy a necesitar que los soluciones. A veces, simplemente uno necesita desahogarse. Botarlo todo, y así dejar espacio para reacomodar los pensamientos. Y de repente, podremos encontrar la solución.

Escúchame cuando te cuente mi día. ¿Sabes por qué lo hago? Porque te quiero hacer partícipe del mismo. Para compartirte mi vida, en aquellos momentos en que no estamos juntos.

Escúchame cuando me queje, pero no permitas que me ahogue en críticas. Peor si no son constructivas. Tan sólo escúchame y ayúdame a ver que estoy perdiendo el tiempo, si me estanco en la queja y no busco una solución.

Escúchame cuando te pida ayuda, porque será cuando más te necesite. No me gusta mostrar mi vulnerabilidad. Si lo hago, no me abandones.

¿Y cuándo esté cabreada? ¿Y quiera mandar todo a la mierda? ¿Cuando quiera matarte?

Tenme paciencia. Muy rara vez llego a explotar. Me gusta hablar con tiempo, expresar mis desacuerdos. No me gusta acumular rabia. No es sano. Si llego a estar de malas, lo último que voy a querer hacer es hablar. Déjame en mi cueva, me calmaré, y saldré con mejor disposición para dialogar.

Y como toda en esta vida se devuelve. Yo seré recíproca. Aquí estoy para escucharte también.

No hay comentarios.: