Feliz día a ese padre que me enseñó a disfrutar los pequeños placeres de la vida. A ese padre que estaba loco, y contagiaba su locura a todos a su alrededor.
De quien aprendí a sonreír, a pesar de las dificultades. Porque tu actitud es la que define si te dejas vencer, o sigues adelante. Quien me enseñó que el miedo es para vencerlo. Y te hace más fuerte.
A un eterno enamorado. De la vida, los niños, la música, el mar, los abrazos, el queso de coco, el café, los Beatles, el vino, la salsa, el amor.
A ese padre que nunca dejó de ser niño. De jugar, hacer travesuras, meterse en problemas, sorprenderse, carcajearse, soñar, ser feliz.
Feliz día al hermoso ser que me llamaba para decirme "te amo", y colgaba. O arrancaba flores en el camino a verme, para dármelas.
Feliz día al papá que cantaba, bailaba. A veces sin música. Otras, sin zapatos. Solo, o acompañado.
Qué viva ese papá que me enseñó a usar un taladro, andar en bici, jugar ajedrez, preparar batido de guineo, vivir con pasión, enamorarme, reír, llorar, abrazar, perdonar, gozar, trabajar, amar.
Felicidades a ese ser que se equivocaba, metía la pata, la cagaba, pero nunca, nunca se amargaba. Buscaba la manera de arreglarla. Me enseñó a caer, y levantarme.
Feliz día a mi papá, quien hace 5 años se metió al mar, y no salió más. Y así, igualito, se metió en nuestros corazones, y no va a salir nunca, jamás.
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