miércoles, junio 18, 2014

Nadie más que yo.

Y fue cuestión de escuchar los primeros acordes de esa canción para acordarme de ti. Bueno, papá, debo confesar que esta canción primero se la dediqué a un ex. Y hace mucho, mucho tiempo que no la había vuelto a escuchar. Pero ahora, en pleno trabajo, le suena el celular a un cliente y, ¡zas! Esa canción. Y la letra se me vino encima como una ola. Una gran, gran ola de sentimientos. Porque te me fuiste con el mar. Y esta hermosa canción habla justamente de un amor marino. Y así, se me enjugaron los ojos. Empecé a cantar bajito, bien bajito la canción. Suerte ya era casi el último cliente, y así pude seguir sintiendo. Bajito, otra vez bajito.

Y es que no habrá nadie que te quiera más que yo...

No es justo que luego de 6 años siga llorando. Pero hay que ser sinceros, voy a seguir llorando toda la vida. Pero tranquilo, tranquilo, lloro y río al mismo tiempo. Aprendí que ambas manifestaciones vienen del mismo lugar, así que no te preocupes. Porque las lágrimas ruedan y la risa sale también.

Tengo ganas de irme. A donde sea. Solo irme. Siempre digo que estoy cansada, pero contenta. Sin embargo, últimamente, creo que estoy más cansada que contenta. Y así no vale, ¿verdad? Vos bien lo sabes. Si no hay pasión, ¿pa qué seguir? Pero quiero seguir. Porque no es justo que por decisiones de otros, tengamos que pagar muchos. Decisiones que no comprendo su proceder. Su razón. Ay, Diana, esta manía de salirse del molde, el esquema, el sistema.

Esas ganas de empezar. En otro lado. ¡Agarro la bici y me largo! ¡Yeeiiii! La verdad que es relativamente sencillo. Pero, por lo visto, la mariconada me gana. Y las responsabilidades, el futuro, los objetivos. Sí... sí... la mariconada.

Ah no, ahora escuchando a Viejo Napo. Ahora sí me fui a la mierda. Para colmo, comiendo tus galletas de coco favoritas. A esto, público presente, se le llamo ma-so-quis-mo. Y me río, tranquilo, que me estoy riendo.

Si no estoy, quiero que sepas que te quiero. Así me voy, corazón de marinero.

Esperemos que esto sea tan solo una fase. Porque quiero volver a despertarme y estar contenta de salir de casa. Con esas ganas de comerme el mundo. Por lo menos día a día busco la forma de no dejarme agobiar. Y es así como salen los patacones, la tortilla de huevos, y los cachos a la pelada. No señor sistema, no vas a ganar. No conmigo. Sé que el rumbo que tome mi vida depende de mí, de mis decisiones, de mi actitud. Y con eso, no puedes batallar. Estos 31 años no han pasado en vano.

Cuando pienses en mí, encuéntrame en las cosas más sencillas.

1 comentario:

Ricardo Astrauskas dijo...

y yo que estaba triste por unos días, tu me ganas en tiempo, animos