domingo, noviembre 12, 2017

El único asiento libre.

Por trabajo debo viajar todos los días a Milagro. Y ya es una rutina en mí el subirme a los buses, buscar un asiento y ver algo en Netflix a la ida, o quedarme dormida al regreso. Ese día me cambiaron la rutina.

Subo a la CITIM y estaba llena. Justo el día anterior me había tocado viajar parada hasta Yaguachi. Pero al fondo pude divisar sólo una cabeza en el asiento de la ventana y parecía estar vacío el del pasillo. Avancé y al llegar me topo a una chica con una nena acostada en el asiento que parecía estar vacío. No quise despertarla así que sólo me quedé ahí parada, pensando en que nuevamente me iba a tocar viajar de pie un tramo del camino. Pero la chica se me queda viendo y pregunta si deseaba sentarme.

- Si la nena no se despierta...

Pero al agarrarla para acomodarla encima de ella se despertó. Y como todo buen bebé, empezó a llorar.

Yo prefiero viajar mil veces parada a estar al lado de un bebé llorando.

La chica trataba de calmarla, se veía que la niña estaba molesta por haberla sacado de los brazos de Morfeo, y le rechazaba las muestras de cariño que le otorgaba. Le pregunté a la madre el nombre de la nena. Valentina. Y le dije que yo tenía una canción que mi papá me cantaba para hacerme dormir. Así que mientras ella se sacaba un seno para darle algo de leche yo empecé a cantar bajito:

"Cuando era niño pregunté: óyeme madre, ¿yo qué seré? ¿Seré muy rico, seré feliz? Y ella me contestó: Qué será, será... Será lo que debe ser... La vida te lo dirá... Qué será, será..."

La combinación leche + canción surtió efecto y Valentina volvió a quedarse dormida. ¡Excelente!, pensé. Ahora yo también podré dormir. Estaba cerrando los ojos cuando la chica me pregunta:

- Disculpe, ¿es usted policía?
- No, no lo soy.
- Aaahhh, es que le veo eso ahí -señalando mis placas- y creí...
- Ah, no, no. Aquí tengo información personal, en caso de emergencia.
- ¿Y quiénes usan eso?
- Bueno, por lo general los soldados, miembros de la fuerza pública, bomberos. O quien quiera. Yo las uso porque tengo un tipo de sangre jodido y alergias que son importantes que se sepan en caso que tenga un accidente.

La chica hablaba tímida, bajito. Quería saber más sobre las placas, si se podía poner otro tipo de información, por qué se usaban. Luego empezó a preguntar si yo era profesional, y un poco de cosas un poco superficiales. Pero de repente, aún con un tono tímido, me preguntó:

- Y cuando la mujer es profesional no se deja humillar de un hombre, ¿verdad?

Ahí me di cuenta que no iba a dormir durante ese viaje.

Le respondí que no necesariamente. Que un título no te hace más mujer, o mejor persona. Que eso dependía de uno mismo, de sus creencias, crianza, autoestima. Que existen personas que no tienen título y son maravillosas, y otras con título que pueden ser una mierda.

- ¿Y qué sucede cuando un hombre tiene una pareja, un hijo, y busca a su anterior pareja?

Les estoy redactando la pregunta de manera directa. Porque ella dio muchas vueltas para poder hacerla. Se notaba que le daba vergüenza hacerla, pero igual la hacía, con esa inocente confianza que tiene un niño.

Para no alargarles el cuento, durante toda esa hora de viaje, ella me confesó su situación actual. Estaba dejando su tierra, al padre de su hija, y estaba camino a Guayaquil a la casa de una prima para luego seguir a la sierra, donde esperaba encontrar un trabajo para poder mantenerse. Ella ya no quería seguir con ese hombre, porque sentía que no la quería, que Valentina lo fastidiaba. No sabía qué iba a hacer, pero se iba. 

Adicional ella tuvo una anterior relación, pero al fallecer su padre, su luto la llevó a alejar a ese hombre de ella. Me contó que él la quería apoyar, pero ella en su momento de dolor no quería saber nada de nadie y lo despachó. Tenía 16 años. Pasó un año y este hombre encontró otra mujer, con la que actualmente tiene un hijo, pero no la quiere. Y ellos siguen conectados, a través de redes sociales. O sea, él la sigue buscando.

Ella no sabe qué hacer. Tiene miedo de volver a intentar y fallar. Él ya tiene una nueva relación, y un hijo, y no entiende por qué la sigue buscando. Dándole esperanza de retomar. Tiene miedo que el padre de su hija la rastree, encuentre, y quién sabe qué vaya a pasar. Nadie en su familia sabía a dónde estaba yendo. Sólo una tía le dijo: "agarra tus cosas y vete".

¿Qué puedo decirle a una perfecta desconocida en un caso así?

No quedó más que darle pistas, o sugerencias. He aprendido que los consejos no siempre son una respuesta correcta. Es bueno que cada persona descubra dentro sí qué es lo que tiene que hacer. No puedo decirle: "Yo en tu lugar haría", porque soy yo. No ella. Es ella la que tiene que decidir qué hacer. "Escucha tu voz interna", fue mi sugerencia. Le dije que estaba haciendo bien en dejar a un hombre que no la quiere, y que tiene posibilidad de lastimarlas. Que se pare firme, y en caso de que la encuentre, busque ayuda. Ponga denuncia. Que jamás permita que la lastimen. Eso no es amor.

Y sobre su anterior pareja (que resulta es militar, por eso le llamó la atención mis placas), que debe decidirse él. No puede estar jugando con los sentimientos. Se comprende que esté en una encrucijada, pero debe tomar una decisión. Considero un error el quedarte con alguien que no amas por los hijos. "Tu felicidad es primero", le dije. "Si tú eres feliz, Valentina será feliz. Y los hijos sienten cuando papá y mamá no son felices. Tal vez no de manera consciente, pero lo perciben".

No sabía qué más decirle, no quería volcar todos mis libros de auto ayuda y superación personal sobre ella, por temor a hablar de más. Pero percibía que ella estaba sola, asustada, y necesitaba una voz que le dijera: "adelante, vas a salir de esta".

Ya llegando a Guayaquil ella me termina preguntando el nombre, y nos presentamos. Coincidencias del destino, la nena se llama Diana Valentina. Habíamos hablado todo el camino sin conocernos. Pero la veía un poquito más segura. Como que algo dentro de ella le decía que iba por buen camino. Me agradeció, y le di un abrazo. Le dije que por algo el único asiento vacío en todo el bus era al lado de ella, y adicional mis placas estaban a la vista. Porque suelen estar debajo de la camisa.

"Busca tu felicidad", le dije antes de irme. "Cuídate, cuida a Valentina. No importa que no tengas título. Puedes salir adelante. Date la oportunidad de encontrar nuevamente el amor". Veía temor en sus ojos, pero un brillo de esperanza también. Una mezcla de: "no sé lo que estoy haciendo pero ahí voy".

Y así me fui caminando, pensándola. Un asiento libre, unas placas, una canción para hacer dormir a un bebé se conjugaron para crear un retorno a casa inesperado. De verdad el universo obra de manera misteriosa.




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