martes, junio 14, 2005

Buen provecho

Hoy me tocó comer solita, y digo me tocó ya que casi siempre busco comer con alguna compañía y así pasar un momento agradable. Pero justo hoy mis amigos, que vendrían a ser vecinos míos del trabajo, decidieron comer temprano y no me quedó más que salir, cruzar la calle y dirigirme al Albán Borja a buscar algo para calmar la pancita.

Me dirigí a Tacos Californianos y mientras me servían el pedido me crucé a Pasteles & Compañía. Regresé y me senté viendo hacia la puerta, con mis Ronditos Supremos, un té helado y un delicioso churro relleno de manjar. Disfrutaba de mi almuerzo a la par que cambiaba las emisoras de radio hasta encontrar alguna canción interesante y sin darme cuenta empecé a observar a las personas que circulaban por el pasillo.

Ya lo había hecho antes y siempre cuando me encuentro sola realizando alguna gestión. En una fila de un banco, viajando en un bus, en una sala de espera. Cualquier lugar que reúna a diferentes personas. Entonces me descubrí a mí misma observando a una señora de tercera edad sentada en un banquito con un libro en mano. Se había acomodado con un cojincito y delante de ella uno de estos carritos que utilizan como apoyo. Agudizé la vista y me percaté que dentro de la canastilla del carrito llevaba un splash, una toallita, el estuche de los lentes y un par más de cosas que no pude distinguir bien. Aparte estaba disfrutando de un cafecito de los kioscos de Nescafé.

Rápidamente cruzó un mesero, ¿iba o regresaba? No lo podía saber.

Cruzaban varias personas y lamentablemente ahora no recuerdo mucho el detalle de cada una pues regresé a seguir trabajando y mi memoria no registró con lujo de detalle todo lo observado. Pero la señora sí se quedó grabada. Tan sutil y apaciguada. Sumergida en su libro.

Terminé de comer y salí, todavía disfrutando el último mordisco del churro. Alcé la mirada y llegué hasta la punta de la cúpula, vieja pero blanca todavía. Seguí caminando y me detuve en un pequeño kiosco donde vendían pescaditos... Mmm - pensé - comprar un pescadito para el trabajo... Sería interesante. Y seguí caminando.

Salí, crucé el parqueadero y al llegar a la calle me extrañé pues no bajaba ningún carro del puente. Estaba completamente desierto. Y es que es raro ya que suele estar repleta y siempre tenemos que cuidarnos al cruzar para no terminar como estampilla universitaria.

Regresando al trabajo me di cuenta que disfruté bastante del almuerzo. Aunque no haya conversado con nadie, bromeado o discutido diferentes puntos de vista, pude percatarme de muchas cosas que se me escapan cuando estoy acompañada. Y es que cuando uno está sólo, se puede sentir unido a todo lo que lo rodea. En ese momento, era una persona más que se encontraba en ese pequeño y confuso centro comercial. Fui parte de todo y de todos.


1 comentario:

Joseph Seewool dijo...

Creo que a ti te fue provechoso almorzar solita. Deberías repetirlo de vez en cuando, eres muy observadora y sabes sacar partido a la situación.