martes, noviembre 11, 2014

La incongruencia.

La cabeza, el corazón, la vagina. No siempre se ponen de acuerdo. A veces parezco hombre, un par de días al mes me pongo demasiado mujer. Muchas veces no me comprendo. Parece que con el tiempo me he puesto muy exigente y no me atrae cualquiera. O como bien me dijo una amiga: "no hay huevo que te calce". Así de linda es ella. Pero luego leo a Walter Riso y resulta que no debo conformarme con cualquier pendejo. Y así ando, deseando un macho que me calce (no sólo el huevo debe hacerlo). ¿Y qué macho quiero? Chuta, ya he escrito algunos posts al respecto. ¿Dónde está el susodicho? Si lo conocen, no sean mal dato, presenten.

Sí. Estoy feliz soltera. Y prefiero seguir soltera a juntarme con alguien que no me complemente. Bien dice el dicho, "más vale solo que mal acompañado". Sin embargo confieso que ando con ganas de enamorarme. De pensarlo y sonreír. Que me digan "te quiero". Planificar cosas juntos. Admirarnos, apoyarnos. Tener esas largas conversaciones, donde se hable de todo un poco. Conocernos. Mandarnos a la mierda, disculparnos. Tener un amigo, amante, enamorado.

Damas y caballeros, público presente, estoy con la regla, se viene un arrebato de estrógeno.

El asunto aquí es que una está tranquila, esperando a que en algún momento aparezca el susodicho. Pero está también la carne, las ganas, el deseo, la quesura, mijita, la quesura. Uno tiene necesidades... Eso sonó como hombre. Pero dejémonos de comentarios machistas. Tanto hombres como mujeres tenemos las mismas necesidades sexuales. Y sí, me gusta el sexo. No se hagan, chicas, a todas. Entonces una se pone a veces más arrecha de lo normal, y zas, busca defogar. ¿Y después? Cada uno por su camino. A la larga eso ya cansa. Como acabo de decirle a un pana: "no quiero tirar y ya, quiero tirar con feeling". El vernos a los ojos y sentir que hay una conexión que vas más allá de la parte física. Porque el cuerpo se va. Uno llega al clímax, y esa sensación orgásmica se desvanece de a poco. Pero si hay algo más, eso queda.

Ay, bendita regla...

Claro, una aquí está rica, entonces el hombre te ve y te quiere entrar. Y no niego que me gusta sentirme deseada. Me encanta. Pero quiero más que un simple "cuerpeo" (como lo clasifica otra amiga). Es fácil agarrar, acostarse con alguien, y ya. Salen esas propuestas. También sale por ahí uno que otro que quiere algo serio. Pero no cuadran. Y los despacho (por eso mi amiga me chantó lo del huevo. Yo, la exigente). Por otro lado puede que algunos no se atrevan a intentar algo serio conmigo porque saben que aspiro alto (ahí mi amiga y Walter Riso no están de acuerdo) Además, hablo de sexo sin ningún tapujo, soy machona, zángana, jodona, descomplicada, y digo las cosas de frente, sin tanto drama. Así que sé que todo esto hace que puedan verme como alguien con quien pueden intentar un vacile y ya.

¿Y yo? ¿Qué quiero? Quiero alguien con quien planificar un futuro. Viajar. Ir al teatro, al cine. Salir con amigos en común. O simplemente quedarnos en casa, viendo una película, escuchando música, comiendo. O simplemente cada uno por su lado, en su patín. Extrañarnos. Corregirnos. Que se cabree con mi necedad. Pero que me tenga paciencia, por favor. Que sepa mis antojos, y que soy maricona para el dolor de estómago. Que me encantan los niños, pero me irritan los malcriados y peor si hacen berrinches. Que soy amante del chocolate, los viajes por carretera, tragona, irritante, desvergonzada. Me gustan los deportes de aventura, soy engreída, a veces inoportuna, e impulsiva.

Entonces así me encuentro, buscando, esperando, deseando, sin encontrar. Encontrarme, encontrarnos. En algún momento nos encontraremos. Sigo creyendo.

No hay comentarios.: