![]() |
Fuente: istockphoto |
Cuando mis dedos acarician las teclas
Unas cuantas caricias para transmitir lo que veo, pienso, siento y creo...
viernes, junio 23, 2023
No te quiero.
domingo, mayo 21, 2023
Al despertar.
Fuente: Redbubble |
- Hola.
- Mucho gusto.
- El gusto es mío.
- El placer es nuestro. Si me permite decirle, me gusta mucho su mirada.
- Y a mí su sonrisa.
- Si no le incomoda, puedo quedarme y hacerle compañía.
Y se quedaron.
jueves, mayo 18, 2023
La puerta.
- Al lugar que tú quieras.
- Mmm... Hay un problema.
- ¿Cuál?
- Estoy exactamente en el lugar donde quiero estar.
domingo, mayo 07, 2023
Los gemidos de Pavlov.
Se dice que somos animales de costumbre. Y que en 21 días puedes crear un nuevo hábito. Nosotros necesitamos apenas uno, quizá dos, para reforzarlo. Despertarnos con la alarma, encontrarnos en la cocina y darnos los buenos días mientras uno sacaba los ingredientes para preparar el desayuno y el otro buscaba en su celular la banda sonora de la mañana, para luego, juntos, entre baile, risas, miradas cómplices y cáscara de manzana preparábamos la primera comida del día, la favorita de ambos. Luego el "niño" (con más canas y experiencias vividas) llegaba y se unía. Y así los tres compartíamos conversaciones variopintas. Siempre con risas, siempre con buena vibra.
En el tercer día (o noche, más bien), gracias a un inmovilizador e incómodo dolor de cuello, se agregó un nuevo hábito a la rutina: dormir juntos. Tu cama era más grande, la mía improvisada y pequeña. La conexión fue inmediata. Ambos estábamos (estamos) rotos y, sin darnos cuenta, al abrirnos y acercarnos en nuestra vulnerabilidad nos estábamos curando. Historias similares de fracasos, que si los vemos bien, no lo son. O debemos sacarles ese estigma que la sociedad y crianza nos han impuesto. Son decisiones necesarias que debemos tomar para seguir caminando en este sendero llamado vida. Sendero que siempre puedes modificar porque, como bien dice la frase: "caminante no hay camino, se hace camino al andar". Son aprendizajes que nos vuelven más fuertes y más sabios. Más humanos, reales y auténticos. Nos enseñaron que los fracasos son malos pero estábamos justamente en un taller donde teníamos que fracasar y disfrutar de ese estado. De esa vulnerabilidad. Sin miedo. Ay, el universo es tan lindo cuando te encaja las cosas en el momento justo.
Destendimos juntos la cama. Me acosté yo, te acostaste tú. Nos arropamos. El frío (¿sólo el frío?) hizo que nuestros cuerpos se acercaran para prodigarse calor (¿sólo calor?) y así, sin más, encajamos. Mi brazo por encima de tu pecho. Tu mano acariciando mi brazo. Mis dedos se perdían en tu cabello. Nuestras piernas se entrelazaron. Sentíamos nuestras respiraciones. Podía escuchar el latir de tu corazón. Intentamos quedarnos dormidos pero no pudimos. Cambiábamos de posición cual bailarines de contact. Siempre tocándonos. Con mucho cariño, con mucho respeto. Cuidándonos.
Así pasaron los minutos, muchos, muchos minutos, sin poder dormir. Lo sentíamos. Nos sentíamos. Queríamos acercarnos más. Yo quería besarte. Sabía que tú también. La respiración nos delataba. Pero ninguno decía nada. El temor se colaba entre los espacios que dejaban nuestras curvas. La incertidumbre se hizo presente. Pero la honestidad brotó de mi boca al susurrarte: "Es obvio que queremos besarnos". Escucharte decir "sí" me hizo sonreír y aunque estábamos en penumbras creo que te diste cuenta. "Pero tengo miedo que esto cambie esta linda dinámica que estamos creando", te dije. Y tú también temías lo mismo. Porque sabemos que hay momentos en la vida en los cuales das un paso y no hay marcha atrás. Y estábamos a punto de tomar uno. Se dieron un par más de intercambios verbales, confesiones y anhelos y nuestros labios se acercaron lentamente. Nuestras lenguas dejaron de producir vocablos para transformarse en otro tipo de sonidos. Ay, el universo es tan lindo cuando te encaja las personas en el momento justo.
Despertar al día siguiente, juntos y sonriendo fue el primer indicio de que la dinámica no iba a cambiar. Pero resulta que sí lo hizo. Cambió, para mejor. Descubrimos que compartíamos las mismas rutinas, como ser madrugadores, el gusto por retozar un rato antes de levantarnos, el ser metódicos para tender la cama, meditar. Nuestros movimientos estaban tan sincronizados que parecían ensayados. Si yo entraba al baño tú doblabas la ropa. Si tú te cepillabas los dientes yo llenaba los termos con agua. En ocasiones nos adelantábamos al pensamiento del otro. Si yo pensaba en el abrigo tú ya los tenías listos para elegir. Si tú buscabas tu morral yo ya lo tenía en la mano. Y así la dinámica se enriqueció.
Cuatro días se convirtieron en ocho. Y ocho se transformaron en diez. Días para conocernos, noches para explorarnos. Nos hicimos bien. Fuimos terapia. Confirmamos que la esperanza no debe perderse y que aunque podemos extraviarnos y ver nublado el camino debemos seguir caminando, confiando en que esa neblina se va a disipar en cualquier momento. En que volveremos a ver con claridad. Confiar en la incertidumbre. Aprender a aceptar, a soltar. Disfrutar el momento. Estamos aquí y ahora. Fueron diez días en que crecimos (y también nos hicimos chiquitos), reímos, lloramos, sentimos. Vivimos. ¡Estamos vivos!
Gracias es lo Mínimo que puedo decirte. ¿Y desearte? Bueno, eso lo dejaremos en suspenso... Sabes lo que te quiero decir, ¿no?
jueves, abril 13, 2023
El lengüetazo.
Hoy me pasó algo bonito mientras meditaba. Hace 15 años mi papá murió en Ayampe, en la playa en la que estoy en este momento escribiendo esto. Me vine desde el domingo a la playa y cada día he estado meditando. Sé que debería meditar todos los días pero por dejadez no lo he estado haciendo. Sin embargo acá en este ambiente salino y con las olas del mar de fondo es mucho más rico. El mantra de cada día ha surgido mientras estoy meditando. No es que ya lo leí antes o lo pensé. Sale mientras estoy en plena meditación.
El día de hoy estaba sentada en el lugar "exacto" donde sacaron su cuerpo del mar, entre comillas porque la memoria es buena para protegerte y en verdad no recuerdo con exactitud el lugar pero sí otros pequeños detalles, como mis zapatillas hundiéndose en la arena mientras corría o su pie que sobresalía de la sábana con la que lo tenían tapado y la tobillera que le arranqué y guardé un buen tiempo. Y mientras me encontraba en plena meditación de repente sentí unos pasos cerca mío, pasitos atolondrados y apurados. Al instante sentí un lengüetazo en la cara y unos pelos que me empezaron a saludar. Automáticamente abrí los ojos y vi un hermoso perro blanco saludándome, disfrutando de la playa, contento de verme y de que esté ahí. No sé si habrá sido papá, como diciendo: "¡Qué alegría verte aquí!". Estaba con otro perro más tranquilo, como diciendo: "Eehhh... Aquí está bien la cosa, saluda nomás. Hola, ¿Qué tal?"
Ese perro me llenó de arena, de alegría. Y ese perro me inspiró el mantra del día de hoy y fue el mantra que subí a TikTok: "Recibo y agradezco lo que el universo tiene para mí".
Fue la interrupción más hermosa que he tenido en una meditación.
![]() |
La única foto que pude tomarles. El blanco fue el saludón. |
Postdata: Al día siguiente, en otra playa, me saludó otro perro. Bello.
miércoles, marzo 29, 2023
Carta a mi depresión 2.
Querida depresión:
Ayer cumplí 40 años y fue un día donde pude fluir y volver a sentirme bien. Ayer entendí, en parte, por qué estás aquí, jodiéndome. Ayer hice ejercicio y me sentí bien. Hice videos entrenando, bailando, los subí a mis redes y me sentí bien. Me subí a mi bici y salí al centro a hacer unos trámites y me sentí súper bien. Me di dos regalos: el primero fue una renovación para cerrar un ciclo y el segundo el primer paso para iniciar otro que siempre ha sido mi pasión. Regresando a casa compré un espejo y comprobé que tengo herramientas maravillosas para conseguir lo que quiero: una hermosa sonrisa, una buena actitud y la confianza en la bondad de la gente. Ayer callé esa vocecita que me la han inculcado desde pequeña y que me dice que no puedo, que no soy capaz, que confío mucho en la gente y que debo pensar con malicia. Ayer soplé una vela y pedí un deseo. Ayer recibí felicitaciones de las personas que me quieren. Recibí palabras de aliento, de apoyo. Ayer no me sentí sola.
Porque no estoy sola.
Depresión, estás aquí para hacerme ver lo valiosa que es mi vida. Lo importante que es hacer lo que amo, lo que me inspira, lo que me llena. Lo necesario que es SER quien soy. Con toda mi fuerza y pasión. Y que no tengo que complacer a todos. Que debo rodearme de personas que me aporten, me sumen y vibren conmigo. Y el resto que siga su camino. Y si no les gusta, jódanse. Allá ellos.
Estoy aquí por un motivo. Y si en este momento me siento sin rumbo o que no tengo propósito no estoy perdida. Sólo estoy parada en una parte del sendero donde se dibujan distintos caminos. Tengo que elegir uno nuevo y avanzar. Moverme. Porque lo que no se mueve se estanca, lo que se estanca se pudre y lo que se pudre muere.
Tengo tantas razones para estar agradecida.
Voy a salir de esto. Lo sé. Confío en mí.
Depresión, no sé cuánto tiempo más vas a estar conviviendo aquí pero no te acomodes tanto.
![]() |
Fuente: Goodbye Depression. |
lunes, marzo 27, 2023
Carta a mi depresión.
Hola, depresión. No te pregunto cómo estás porque sé que estás bien. Bien instalada. Y eso, aunque para ti esté bien para mí está mal. ¿No has escuchado esa frase que dice que el muerto a los 3 días apesta? Bueno, tú llevas más tiempo aquí. Y sí, apestas. Por eso he decidido escribirte esta carta. Darte forma. Hablarte directo.
Dime, depresión: ¿Qué quieres de mí? ¿Qué quieres enseñarme? ¿Qué debo aprender? ¿Cómo trabajo contigo para hacerte desaparecer? Estás aquí por un motivo. La bendita crisis de la mediana edad. Y claro, se me juntaron varias crisis en el mismo momento y a veces siento que no puedo más. De pronto un día estoy bien, al siguiente también pero luego de un par de días más, vuelves a aparecer. Me ciclo. Me meto al bucle. Al menos hoy, hoy salí más rápido. Estoy aquí escribiendo estas líneas, hice ejercicio, limpié la suite. Lloré, sí. Me sentí en la mierda, sí. Me siento incapaz, también. Pero ahora le estoy diciendo a esa vocecita interior que me boicotea: "¡Vete a la mierda!" Y pintando un mandala puedo hacer un juego de palabras y decir: "Mándala a la mierda".
**********************************************************************************
INICIO DEL BUCLE.
16 - marzo - 2023
Escribir para fluir. Para soltar. Desahogar. Deshacerme.
¿Dónde estoy? Quiero que regrese ese antiguo yo. Estable. Alegre. Armonioso. Positivo.
Ahora soy más yo. Más auténtica. Más real. Quiero resurgir. Florecer. Combinar esa alegría que tenía con mi nueva versión.
Me abrumo. Me anulo. Me lleno de peros. De miedos. ¿Quién soy? ¿Qué quiero?
Apagada. Triste. Melancólica. Deprimida. Aguada. Desanimada. Lánguida. Perdida. Desorientada. Desubicada. Sin rumbo. Sin norte. Ni sur. No soy. No estoy.
Hombros caídos. Rostro triste. No sé qué hacer para encontrarme. Mi esencia se fue. Se diluyó. Siento que morí. Me estoy consumiendo. Extinguiendo. Adiós.
¿Renaceré? ¿Resurgiré? ¿Volveré?
Me extraño. Me hago falta. Me quiero de regreso.
Y lloro. Por todo. Y lloro. Estoy cansada.
Vuelve a mí, por favor.
Kernel panic.
FIN DEL BUCLE.
**********************************************************************************
Sé que voy a salir de este estado. Aquí estoy. Confío en mí. Soy capaz. No sé cuándo. Creo que sé cómo. Pero me faltan herramientas todavía. Y ayuda. Necesito ayuda.
La depresión tiene muchas caras.
Confía, Diana. Confía. Escúchate. Sé que estás ahí, aquí. No me he ido. No me he apagado. No me he perdido. Sólo estoy nublada.
Respira.
Respira.
Respira.
![]() |
Fuente: Kitty Beaumont Bouchet, (AKA the Depression Kitty). Big Mouth |