La inspiración suele llegar en el momento menos esperado. Por ejemplo: en el asiento de atrás de un vehículo, regresando a casa a través de la autopista East 6th.
Alzas la mirada y ves un cielo negro, despejado, matizado con algunas estrellas. Y por tu mente pasa el pensamiento de estar viendo otro cielo (o al menos otro pedazo distinto al que siempre ves). Respirar otro aire, escuchar otro idioma. Una y miles de culturas. Y vivir nuevas experiencias.
Porque jamás te imaginaste pasar una tarde recolectando manzanas directamente de los árboles. Y subirte a un tractor para salir de la granja de calabazas.
Conocer una ciudad tan grande y tan famosa. La cual te hace sentir tan pequeña. Y que YO me sienta pequeña es difícil. Pero claro, si me comparo con todo el mundo, con todo lo que me falta por conocer, uff, soy minúscula.
Salir y vivir, experimentar, perderse, ubicarse, reencontrarse, reencontrarme. Descubrir cosas nuevas.
Soy muy chiquita para todo lo que puedo llegar a hacer. Pero creo que a las hormiguitas no les importa eso, ¿verdad? Agarran el bulto y empiezan a caminar.
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