- Sabés que pasa luego de una reunión en la que te vea no?
- Lo sé. Pero me haré la cojuda.
- Jajajaja
Me imagino tu risa, ya que sólo puedo leerla. ¿Será sonora? O quizá más cortica. Me imagino soltando juntos una buena carcajada. El humor es algo tan importante para mí. ¿Te pondrás rojo como yo?
Me imagino acariciando tu cabello. ¿Será suave? ¿Se perderán mis dedos entre ellos? Será que, quizá, ¿pueda halarlo un poco? Ya sabes por dónde va la cosa... Todo sea por verte disfrutar.
Me imagino tus manos. ¿Su tacto será firme y delicado? ¿Estrujan? ¿Amasan? ¿Encajarán con las mías? ¿Son de las que se deslizan suavemente sólo con las puntas? ¿O de las que aprietan con ganas de poseer? Rózame cuando nadie vea. Veamos si me erizas...
La imaginación es una herramienta muy poderosa. Una fantástica, necesaria y deliciosa forma de acercarnos.
¿Te gusta poner música? ¿Algún incienso o velas? Dijiste que podía regarme el vino para que tú lo bebieras de mi cuerpo. ¿Qué otros manjares me colocarías encima? Bébeme. Cómeme entera. Hagamos un bacanal.
Y podría seguir detallando aquí lo que mi querida, sucia y pervertida mente se imagina, pero no lo haré. Prefiero dejarte con las ganas. Con esas mismas ganas que nos tenemos.
Con esas mismas ganas que, espero, algún día nos quitemos...
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