Hoy estaba entrenando en el gimnasio con una compañera. Entre una serie y otra me cuenta que no se ha vuelto a poner una pequeña licra, le queda súper bonita, que viene con una faldita encima. ¿Porqué? Porque tiene celulitis y le da vergüenza. Luego, en la clase de spinning, le veo a otra compañera un lindo hoodie nuevo y le comento que estaba muy bonito y le quedaba muy bien. Me agradeció y al instante se lo alza un poco para agarrarse la "guata" y decirme: "lo único malo es esto". Yo le sonrío y le digo que no tiene nada de malo.
Y pienso en que yo atravieso la misma situación todos los días. No estoy conforme con mi cuerpo. Desde adolescente no lo he estado. Siempre mirándome al espejo y pensando que estoy gorda. Inclusive cuando bajé de peso y llegué al ideal, el reflejo del espejo me seguía diciendo que me faltaba.
- Te falta bajar más.
- Tienes muslos muy grandes.
- Te cuelga la piel de los brazos. El "doble hola", las "alas de murciégalo".
- Esas pantorrillas parecen liquid paper.
- Malditos rollitos.
¿Quién te crees para venirme a decir cómo debo verme para sentirme bien conmigo misma? ¿Por qué me vendes una crema para borrarme las estrías? ¿Por qué debo someterme a una cirugía para verme más joven? ¿Por qué no puedo volver a usar un vestido que me gusta porque ya lo usé en una fiesta anterior? ¿Por qué debo ponerme tacos si son incómodos? ¿Por qué debo maquillarme para verme bonita?
Continuamente nos están bajando la autoestima. Las revistas, los comerciales, la industria, el sistema. No podemos sentirnos bien con nosotras. No les conviene. Porque así seguiremos consumiendo los miles de productos que nos chantan para poder sentirnos mejor. Pero nunca lo logramos, siempre habrá un pero. Y siempre vendrá un producto nuevo para satisfacer nuestro amor propio.
El otro día una persona muy especial me dijo: "si te vieras a través de mis ojos". Yo le contaba que cuando llegué a mi peso ideal me veía al espejo y veía que todavía me faltaba. Y ahora que veo las fotos de esa época me digo: "qué chucha, estaba súper bien". Pero para mis ojos no. Porque justamente nuestra mente es nuestro peor juez y verdugo. Y de plano me remata diciéndome: "estás súper bien ahora".
Porque desde niñas nos van metiendo en el mate la obsesión por el peso y la imagen. La niña debe estar siempre bonita, arreglada, presentable, calladita, educadita, con una sonrisa. Una muñequita. Y a esta muñequita le justaba subirse a los árboles, correr, sudar, despeinarse. A esta niña le gustaba comer. "No, no, no, bocados pequeños". "No se embarre, no se ensucie, no importa que sea una hamburguesa, se come con cubiertos". Si el placer que da comer con las manos es fantástico.
Así que vamos a hacerle yuca a todas esas bombas cargadas de críticas, paradigmas y cánones de belleza. Yo decido cómo verme y qué ponerme para sentirme bien.
Déjame ser.
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